La activación para el empleo como política activa


¿Por qué no está funcionando el Programa de activación para el empleo? La nueva ayuda a los desempleados que agotaron la prestación concedida por las Comunidades Autónomas desde comienzos de año no está dando los resultados esperados. Aunque el programa estará vigente hasta abril de 2016, empieza a existir una preocupación de que sus resultados están muy lejos de lo que se pretendía conseguir.

El Programa se basa en la combinación de una nueva ayuda, por importe de de 426 euros mensuales durante un máximo de seis meses, con la obligatoriedad, para su percepción, de un itinerario individual de formación a la persona desempleada.

Los primeros resultados confirman que la nueva ayuda está llegando a menos beneficiarios de los previstos. Hasta el mes de abril tan solo 43.994 desempleados se habían convertido en perceptores de la subvención. Las estimaciones indican que si se mantiene este ritmo hasta el final del programa en abril de 2016, solo habría alcanzado a 133.000 desempleados, apenas un tercio de todo el colectivo de beneficiarios que esperaba el Ejecutivo, estimado en unos 400.000.

Los resultados decepcionantes han llevado a preguntarse por los motivos que determinan un bajo nivel de ejecución. Las políticas activas de empleo, sobre todo las nuevas, necesitan un cierto período de tiempo para conseguir sus resultados. Más aún la activación que combina elementos pasivos y activos en su diseño. 

La posición de los sindicatos centra la responsabilidad principal en los requisitos que se exigen para acceder a la ayuda, que se consideran muy estrictos. Desde la Administración se insiste que el número de beneficiarios guarda relación con la dimensión del desempleo, “y si no hay más perceptores es porque a la hora de la verdad dicha realidad no lo demanda”.

De ese modo, los sindicatos han solicitado al gobierno que reduzca sensiblemente los requisitos de modo que aumente el número de beneficiarios y así se puedan gestionar con más facilidad los 1.000 y 1.200 millones de euros previstos para ello.

Tal vez haya algo de razón. Conviene recordar que los requisitos exigidos para la percepción de la ayuda son en cierto modo complejos, y entre ellos está haber sido cesado en el último trabajo de manera involuntaria; haber agotado hace al menos seis meses la tercera Renta Activa de Inserción, u otras ayudas como Prodi o el Prepara y no tener derecho ni a la prestación contributiva;llevar inscritos como demandantes de empleo a fecha del 1 de diciembre de 2014 y haber estado inscrito al menos 12 de los 18 meses previos a la solicitud. Además, deben tener cargas familiares y no superar los umbrales de renta habituales solicitados para este tipo de ayuda, ni individualmente ni de unidad familiar; y mantener este bajo nivel de rentas durante los seis meses que dure la ayuda.

Por otra parte, reducir esos requisitos podría llevar a efectos no deseados en cuanto a la consecuención de los objetivos planteados. No es una tarea fácil. 

Los datos divulgados por el Ministerio permiten constatar que la distribución de las ayudas no tiene un perfil homogéneo entre todas las Comunidades autónomas, de modo que Andalucía y Comunidad Valenciana han concentrado prácticamente la mitad de los beneficiarios de las ayudas, mientras que estas regiones suponen tan solo un tercio de los parados de larga duración, aquellos que llevan más de dos años buscando empleo.

Esta dispersión territorial puede estar relacionada con la naturaleza del desempleo existente y su mayor ajuste a los requisitos del programa, pero igualmente puede deberse a una acción más proactiva por parte de los servicios públicos de empleo encargados de la gestión de las ayudas.

En cualquier caso, el perfil de los desempleados que han ido accediendo a las ayudas, en términos de falta de formación o especialización laboral, es muy variado. Los datos confirman que, por ejemplo, un 71% de los perceptores de la ayuda no se han podido englobar en alguna de las veinte actividades económicas que se ofrecen desde las oficinas de empleo, lo que indica que carecen de profesión concreta.

La principal novedad del programa parece que tampoco está teniendo el éxito esperado. Se trata de la compatibilidad durante cinco meses del cobro de los 426 euros mensuales con un trabajo por cuenta ajena, permitiendo al empresario descontar del salario la cuantía de esta ayuda.

Hasta la fecha, la concesión de estas ayudas no ha tenido los efectos esperados sobre la tasa de cobertura –que mide el porcentaje de parados registrados que recibe alguna prestación económica–; de hecho, no ha aumentado sino todo lo contrario: continua descendiendo. De acuerdo con los últimos datos disponibles,en el mes de abril, la tasa de cobertura quedó fijada en el 54,8% de los parados registrados.

Desde la perspectiva de la acción de las políticas activas de empleo, no conviene olvidar que la estructura de las ayudas al desempleo ha experimentado cambios sustanciales en los últimos años. Así, las prestaciones contributivas por desempleo (aquellas a las que se tiene derecho tras un periodo mínimo de cotización de un año) han dejado de ser las mayoritarias, posiblemente como consecuencia de la prolongación de la crisis. Por el contrario, los subsidios asistenciales han experimentado un aumento muy destacado. En términos de medias anuales, el pasado año fue el primero en el que el número de beneficiarios de los subsidios asistenciales (1.093.246) superó a los perceptores de prestaciones contributivas (1.059.799).

No cabe duda que la estrategia de activación debe ser sometida a evaluación ya que se está a tiempo de introducir las modificaciones que mejoren su eficiencia e impacto. AFEMCUAL apuesta por ello.
 

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