Noviembre de 2018: el empleo modera su crecimiento anual
Durante
el pasado mes de noviembre, ha disminuido el empleo, medido por la
afiliación a la seguridad social. Un comportamiento similar al del
desempleo registrado, que igualmente ha descendido en sus efectivos.
Dos comportamientos similares que responden a una realidad del
mercado laboral, que es la moderación de los ritmos de corrección
de los desequilibrios, con un continuo descenso de la tasa anual de
crecimiento del empleo, desde los altos niveles alcanzados en abril
del pasado año.
Por
un lado, el paro ha descendido soportando los efectos negativos que
se derivan del final de la temporada turística y de los contratos
realizados para cubrir las sustituciones del verano, sobre todo en
las actividades vinculadas con los servicios sociales y la sanidad. A
resultas de ello, el empleo desciende intensamente en la actividad de
hostelería, así como en la agricultura. Con estos datos, la
interpretación de la dinámica del mercado de trabajo se resuelve
con unos cálculos sencillos. Lo peor es que no existe un patrón que
ayude a considerar estos comportamientos similaes y, en apariencia,
contradictorios.
El
recurso a los datos de contratación tampoco ayuda, ya que se reduce
intensamente con respecto al mes de octubre, si bien, con una
prioridad de los contratos indefinidos respecto de los temporales, en
términos de crecimiento relativo.
No
obstante, en este post del Blog de AFEMCUAL se exploran algunas
pistas con los datos disponibles sobre el mercado laboral.
La evolución de la población activa
En
noviembre pasado, el descenso del empleo y del paro tienen una
traslación directa sobre el comportamiento de la población activa.
Al tratarse de movimientos que afectan al agregado en la misma
dirección, cabe pensar en un descenso de la población activa, que
rompe la tendencia creciente observada en los indicadores de la EPA.
Descenso de la actividad que, ante las tendencias demográficas que
se observan en España desde hace años, solo puede tener su origen
en un efecto desánimo entre los que buscan un empleo en el tejido
productivo nacional.
La
cuestión es, ¿por qué ese desánimo? Y ¿ a qué factores cabe
atribuir el mismo?
La
respuesta a estas preguntas no parece fácil. En noviembre, el empleo
de los extranjeros ha descendido con relación a octubre un -1,4%,
tasa claramente superior a la de los españoles, -0,2%. Los datos han
empujado a la baja las cifras totales de empleo.
Por
el contrario, la afiliación a la seguridad social de extranjeros
alcanzó en noviembre 1.981.080 personas, lo que supone un
crecimiento intenso del 7,8% con respecto al año anterior (en
noviembre de 2017 la tasa anual era del 8,5%), en todo caso, se trata
de cifras que se acercan a los niveles alcanzados antes del inicio de
la crisis. Desde el punto más bajo de la crisis, registrado en 2014,
a población laboral extranjera ha crecido en 443.681 efectivos desde
el punto más bajo registrado en 2014, un 27% más; y a lo largo de
2018, cuatro de los once meses se han situado por encima de 2
millones de altas.
Por
otra parte, el desempleo de extranjeros alcanzó un total 401.837
personas, con un aumento del 3% respecto de octubre, al tiempo que
una reducción del -4,66% respecto al año anterior. La agregación
de las dos magnitudes permite aproximar un crecimiento de los activos
de nacionalidad extranjera, del 5,5%, lo que no ocurre entre los
españoles.
En
el caso de los españoles, la afiliación a la seguridad social se
situó en noviembre en 18.945.024 personas, con un crecimiento
respecto al año anterior del 2,3% (6 puntos porcentuales menos que
el de los extranjeros) en tanto que la cifra total de afiliados
todavía se sitúa por debajo de los casi 20 millones anteriores al
inicio de la crisis. Por otra parte, con respecto al año 2013 en que
se alcanzó el nivel más bajo, el empleo ha aumentado en 2.652.701
personas, un 16%, un porcentaje igualmente inferior al registrado por
el empleo de los extranjeros.
Por
lo que respecta al desempleo de españoles desciende en términos
anuales un -6,2% en tanto que la afiliación a la seguridad social
crece modestamente un 2,3%, lo que implica que la población activa
se reduce de forma significativa en más de un 4%.
Una
vez más, AFEMCUAL entiende que el desigual comportamiento de los
niveles de actividad entre españoles y extranjeros deberá ser
tenido en cuenta en el análisis del mercado laboral, por cuanto
presenta efectos distintos en la distribución de las ocupaciones,
las modalidades de contratación utilizadas, los sectores y ramas de
actividad, y configura dos tendencias con resultados diferentes que
habrá que tener muy en cuenta.
La
estacionalidad de los sectores y actividades
Es
un aspecto de la economía española que se observa en las
actividades con mayor y menor potencial de empleo. La hostelería,
que experimenta un fuerte retroceso de la actividad tras el final de
la temporada turística, reduce notablemente los niveles de
afiliación durante el mes de noviembre, mientras que el arranque de
actividades en el sector educativo continúa tirando del empleo
durante dicho mes. El resultado combinado de estas tres actividades
representa el 92% del comportamiento del empleo en el mes.
La
concentración de los movimientos del empleo arriba y abajo en
actividades concretas de la economía facilita el análisis, pero
produce una cierta insatisfacción al constatar, por ejemplo, que la
industria manufacturera solo representa el 12% del empleo total, o la
construcción, el 6,4%.
Además,
este dispar comportamiento viene asociado a una escasa relación
entre las actividades más y menos dinámicas del empleo, lo que
impide lograr un efecto “tirón” de unas respecto de otras. Dicho
de otro modo, los trabajadores que ven finalizados sus contratos en
el sector turístico van directamente al desempleo, o salen del
sistema por desánimo en la búsqueda, sin que sean absorbidos por
otras actividades, expansivas en términos de empleo.
AFEMCUAL
entiende que si se produjeran trasvases efectivos del empleo entre
sectores y actividades, se estaría ante un desempleo friccional y no
estructural, que está asociado a la mayor duración de permanencia
en el paro por parte de las personas que pierden el empleo, lo que
provoca situación de desempleo de larga duración de alto impacto
sobre las cualificaciones de los trabajadores y sus oportunidades de
inserción laboral. Tal vez la estacionalidad de las actividades vaya
en contra de esta acción preventiva sobre el empleo. Y el peor
efecto es el desánimo en la búsqueda provocada por un skills
mismatch que tenderá a agravarse con el paso del tiempo. Es esta una
vía que se tiene que explorar.
Autónomos
frente a asalariados
La
evolución del empleo autónomo durante los últimos años ha sido
claramente distinta a la registrada por el empleo asalariado y ello
tiene consecuencias sobre la evolución del empleo total. Basta citar
unos ejemplos. Si se toma 2007 como el año de máximo nivel para los
indicadores de afiliación, 2013 como el de niveles más bajos y se
comparan las tendencias con relación a noviembre de 2018, último
dato, el resultado presenta notables disparidades.
El
empleo asalariado descendió un -16% entre 2007 y 2013, mientras que
el autónomo disminuyó en un porcentaje similar e inferior, -13%
durante este primer tramo de la crisis. Sin embargo, desde el nivel
más bajo de 2013 hasta noviembre de 2018 los dos componentes del
empleo han experimentado tendencias distintas. El empleo asalariado
ha crecido un 18,5% sus efectivos, mientras que el empleo autónomo
lo ha hecho solamente en un 7,2%, 11 puntos porcentuales menos.
Estos
datos podrían llevar a pensar que la salida de la crisis y la
recuperación del empleo está beneficiando en mayor medida al
asalariado que al autónomo, que todavía en 2018 se encuentra un 7%,
quedando situado por debajo del nivel de 2007, en tanto que el empleo
asalariado solo está un 2% por debajo del nivel de dicho ejercicio.
Cabría asumir que ello puede venir determinado porque muchos
autónomos contemplan como preferencia el acceso a un empleo
asalariado generado en la economía, abandonando su iniciativa
emprendedora. O tal vez que el entorno general de la economía no
facilita el desarrollo de las actividades autónomas. Cualquiera que
sea el motivo, el empleo autónomo se ha quedado rezagado con
respecto al asalariado.
AFEMCUAL
entiende que este desigual comportamiento de los dos componentes del
empleo ejerce una influencia en los resultados agregados del
análisis, por cuanto el 16% del total registra una dinámica menos
expansiva que el resto, lo que se traslada al indicador. En noviembre
pasado el empleo autónomo descendió con respecto a octubre -0,1%,
en términos relativos menos que el empleo asalariado, -0,27%.
Comentarios
Publicar un comentario