Los retos de la formación en las empresas

AFEMCUAL considera un resultado poco favorable que tan solo una de cada tres compañías en España haya realizado actividades de formación para sus empleados en 2014 y que las empresas dejen sin invertir el 22% de los recursos disponibles para la formación. Estos datos se desprenden del Informe realizado por la Fundación tripartita sobre la gestión de la formación en las empresas durante dicho año.

AFEMCUAL plantea reflexionar sobre esta cuestión, sin duda relevante para la mejora de la empleabilidad de los trabajadores, de la competitividad empresarial y sobre todo, para hacer viable el objetivo del aprendizaje a lo largo de la vida por el que apuesta “Europa 2020”.

Los datos facilitados, que difunden algunos medios, cifran en 471.590 empresas, aquellas que invirtieron en la formaron de sus trabajadores por medio de la bonificación en la cuota a la seguridad social que pagan por formación. Es decir, un 30% del total de las empresas inscritas en la seguridad social. Además, por tercer año consecutivo,se ha registrado un moderado descenso del porcentaje de empresas que promueven la formación de sus empleados. Y, por último, siguen sin gastar todo el dinero que disponen para el capital humano.

En términos cuantitativos, el Ministerio recaudó en 2014 en concepto de cuota para la formación que pagan empresarios y trabajadores, un total de 1.800 millones de euros. De ese importe, se asignaron 785,7 millones de euros para la formación que imparten las empresas a sus trabajadores que se bonifican por medio de descuentos en el pago de cotizaciones del año siguiente. Además, se dejó sin invertir un 25% (198 millones de euros), un punto más que el año anterior.

Con los datos disponibles, AFEMCUAL quiere analizar las razones que pueden explicar por qué las empresas registran estos resultados tan deficientes en sus planes de inversión en formación.

El primer problema es el modelo de cofinanciación. En 2014, solo las empresas de hasta 10 trabajadores estaban exentas de cofinanciar sus acciones formativas; mientras que las comprendidas entre 10 y 49 trabajadores debían aportar el 10% del coste de los cursos; las que tienen de 50 a 249 trabajadores, el 20% y las de 250 o más, el 40%. De ese modo, según el número de trabajadores asalariados, las empresas deben participar en la financiación de los costes de formación, en una cuantía mínima determinada.

Con esta distribución, las microempresas de menos de cinco trabajadores que no tienen que cofinanciar son las que invierten una mayor parte de los créditos disponibles: en concreto alcanzan un 89%. Conviene tener en cuenta que en este segmento de empresas, además, el sistema de bonificación se sustituye por un crédito de 400 euros.

Los problemas del modelo surgen cuando aumenta la dimensión de las empresas, y deciden practicar la cofinanciación con los salarios de los trabajadores que reciben la formación dentro de su jornada laboral. Existe una opinión bastante generalizada que el coste no es suficiente para cubrir toda la financiación que deben aportar. En estos casos, las actividades formativas cuestan un dinero adicional a la empresa que muchas no están en condiciones de aportar.

Por este motivo, las empresas se muestran reacias a agotar todo el crédito que disponen, porque en algunos casos, la cofinanciación implica que para obtener 50, es necesario aportar de fondos propios hasta 10, y eso supone un coste excesivo para algunas empresas. De modo que el sistema, lejos de incentivar la formación de los trabajadores, la frena.

Un segundo problema, de no menor importancia, se refiere a que las empresas no desean poner en conocimiento de la Administración, o la Fundación tripartita, sus planes y estrategias de formación de los trabajadores, básicamente por cuestiones de competencia. Algunas de estas empresas se bonifican la formación transversal en idiomas, por ejemplo, pero rara vez incorporan a estos mecanismos la formación específica de su sector. La formación de los empleados, en muchas empresas, forma parte de sus elementos diferenciales con los que conquista a sus clientes. Descubrir esos mecanismos puede servir para perder su liderazgo. En ese sentido, reducir los requisitos concretos de la información relativa a las acciones formativas podría servir para corregir esa desconfianza, pero en las condiciones actuales, no parece que esta vaya a ser la opción de las autoridades.

Existe un tercer problema que explica que las empresas no invierten todo lo que disponen en formación de sus trabajadores. En este caso, se trata de su incapacidad para justificar todo el gasto realizado. Por falta de experiencia en la gestión económica de la formación, o un desconocimiento de los procedimientos administrativos, una vez culminado su plan de formación, cuando van a obtener la bonificación, descubren que no cumplen con los requisitos para recibir la financiación de la Administración. Este es un problema que permanece a pesar de que el modelo lleva largo tiempo en funcionamiento, y que no ha sido correctamente atendido por el sector de la formación.

Los cambios introducidos por la reciente Ley 30/2015 en materia de formación para el empleo suponen expectativas favorables para el nuevo escenario de la formación de las empresas. En concreto, la nueva norma cambia el sistema de cofinanciación, en la medida que reduce de 10 a 5 trabajadores el límite que las empresas se encuentran exentas de cofinanciar la formación. Esta decisión podría aumentar, de forma muy significativa, el porcentaje de empresas que participan en la formación de sus trabajadores.

Sin embargo, en el lado negativo, por otra parte, en la nueva norma, se atiende a la fijación de un sistema de módulos con precios mínimos por hora de formación, de aplicación obligatoria a todas las empresas –incluidas las más pequeñas– puede suponer que las empresas lleguen a invertir incluso menos parte del crédito disponen. Algunos opinan que estos indicadores homogéneos no son la mejor garantía para impulsar la inversión en formación entre sectores y actividades muy dispares.

En todo caso, habrá que esperar a ver la influencia de estos cambios.

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