Velocidad de los cambios en las empresas y FP
Por su interés, reproducimos un resumen de la intervención del director de CEDEFOP en la reunión de alto nivel celebrada por la Vicepresidencia de la República de Bulgaria, Iliana Iotova, la ministra de Trabajo y Política social, Zornitsa Rusinova, la presidente electo de la sección del CESE de Empleo, asuntos sociales y ciudadanía, Christa Schweng y el presidente del Grupo del CESE de empresarios de Polonia, Jacek Krawczyk.
La Formación
Profesional, como rama dinámica del sistema educativo y formativo,
se encuentra especialmente afectada por los cambios en las exigencias
de talento por parte de las empresas y el ritmo acelerado de los
cambios en la actividad económica que atravesamos en la mayor parte
de los países. Una situación que lejos de cambiar, se incentivará
en los próximos años, obligando a los gobiernos a mantenerse
atentos a estas exigencias para evitar la pérdida del potencial de
empleabilidad que tiene la Formación Profesional y sus posibilidades
para hacer efectivo el principio del aprendizaje a lo largo de la
vida.
Los centros
formativos, pero también las empresas que realizan formación para
sus trabajadores, se encuentran en el centro de un proceso de cambios
que afecta la forma con la que enseñan y aprenden, unos y otros.
Los proveedores de formación, al igual que los empresarios, están
amenazados por la velocidad de las innovaciones. En ambos casos, la
velocidad supone un reto mucho más considerable que la
digitalización, el análisis de big data, el internet de las cosas y
la robótica avanzada, entre otras. Estos desarrollos son
perceptibles y hasta cierto punto se pueden gestionar. Pero la
velocidad del cambio no se puede tratar. Por ello, los sectores de la
formación, educación y el empleo van a tener que unir esfuerzos de
forma mucho más intensa que en tiempos pasados.
En esencia, para
mejorar el nivel de vida de los países y las condiciones de trabajo
se requiere mayor productividad, mayores beneficios de las empresas y
empleados más felices.
En tal caso, para
prevenir el desempleo tecnológico se requiere una combinación
adecuada de competencias digitales y soft, mejor inteligencia del
mercado laboral y más orientación profesional, actualización y
reciclaje de conocimientos y competencias, particularmente en los
adultos poco cualificados y los desempleados, y una educación que
apueste por el crecimiento profesional y personal al mismo tiempo.
La OCDE ha
previsto que alrededor del 9% de los empleos se verán desplazados,
70% de las tareas automatizadas y el 25% de los empleos transformados
en un futuro no muy lejano en el tiempo. Es necesario impulsar el
cambio de sistema apostando por una nueva base de conocimiento del
sistema educativo alternativa a la que ha estado funcionando durante
los últimos 200 años. Esa nueva base se tiene que cimentar en la
adquisición de conocimiento, competencia y destrezas que ayuden a
los jóvenes y adultos a competir con las máquinas y asegurarse los
empleos que las máquinas no puedan desempeñar.
Es el momento
oportuno para que los puestos de trabajo en las empresas se
conviertan en entornos de aprendizaje, lo que implica que los
proveedores de formación necesitan dedicar más tiempo a la
industria, y al mismo tiempo, los empresarios deberán prestar mucha
más atención a las políticas formativas, la educación y el diseño
curricular.
Si somos capaces
de construir un puente entre estos dos sectores que hasta ahora han
estado separados y hasta cierto punto, distantes, el siguiente paso
será asegurar que exista circulación en los dos sentidos que están
conectados entre sí. Un aspecto importante que determinará el éxito
de esta aproximación es la orientación profesional, que se debe
organizar como una joint venture entre los sectores público y
privado.
Los empresarios
destacan la necesidad de entornos laborales de aprendizaje y que los
trabajadores posean las competencias soft. Desde su punto de vista,
la anticipación de competencias tiene limitaciones como consecuencia
del rápido cambio que experimenta el mercado de trabajo como
consecuencia de las tecnologías disruptivas. En tales condiciones,
se necesitarán períodos más cortos de anticipación de
competencias pero en todo caso, el énfasis se tendrá que situar en
la recualificación, actualización y aprendizaje a lo largo de la
vida.
En ese enfoque
estratégico a los gobiernos les debe corresponder potenciar los
presupuestos de aprendizaje a lo largo de la vida mientras que los
empresarios deberían estar preparados para dar apoyo a estas
iniciativas si las estrategias de competencias se dirigen a promover
una fuerza laboral más formada. Los agentes económicos y sociales,
a través de la negociación colectiva, deben desempeñar un papel
fundamental en este nuevo escenario, promoviendo un entorno político
favorable al aprendizaje a lo largo de la vida.
Comentarios
Publicar un comentario